martes, 25 de noviembre de 2008

NACIMIENTO


”!Bellos copos de nieve¡
Nunca caen fuera de ninguna parte”
P`an Yun

Yo no fui tan humilde como Jesús,
que habiendo podido nacer en Baracaldo nació en Belén.
Así pues,
poco antes del Día del Padre aparecí por allí.

Según las cuentas de mi madre el embarazó duró casi once meses
–mi padre dice que como los burros—
y según las del médico diez;
¡Cómo van a ser once, mujer¡,
que eso es imposible porque lo pone en este libro
y además te lo estoy diciendo yo.

En todo caso,
parece claro que ya pasaban los 9 meses largos cuando mi madre,
que estaba encamada por prescripción médica,
perdió la paciencia conmigo dentro
y se puso a saltar desde una silla para que yo naciera como sea
pero ya.
¿No le dijeron antes que hiciera reposo y tuvo un aborto?
Claro que se le podía haber ocurrido bailar una jota
en lugar de saltar de la silla,
pero bueno,
cada cual es como es
--mi madre Aries y Cabra--,
y además tenía tres hijas de 4, 5 y 6 años,
más un marido,
que también necesitarían sus cariños, cuidados y atenciones,
así que normal,
estaría la música como para ponerse a bailar.

En todo caso, sean 10 ó 11,
nací con retraso según el horario previsto no ciertamente por mí mismo,
provocado también por alguna sustancia química que le dieron a mi madre
para que si no salía por propia voluntad me expulsara.

Cuando ya finalmente salí,
lo hice igual que un pececillo que se te escurre de las manos,
o una barracuda, no sé,
porque entiendo que a mi madre le dijeran
que el parto había sido muy limpio,
pero que le dijeran también que había sido muy valiente,
no sé,
¿tan feo me verían?

Mis padres y tres hermanas ya vivían en Basauri para cuando nací,
y allí permanecimos hasta poco antes de mi cuarto cumpleaños
cuando nos fuimos a vivir a Laudio-Llodio.

De la vida en Basauri apenas recuerdo nada,
que desde el balcón se veía una campa de hierba con una iglesia al fondo,
y que otro día, o no sé cuándo,
pasaron dos aviones militares sobrevolando en bajo los tejados.

En un momento me recuerdo andando solo por la casa hacia el balcón,
pero sin embargo, aunque me sentía en soledad no me sentía solo,
y aunque también me sentía vulnerable tampoco me sentía desamparado,
desprotegido ni desangelado,
más bien al contrario,
la sensación de que Alguien o Algo estaba presente,
aunque invisible, siempre conmigo.

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