martes, 25 de noviembre de 2008

LA SOMBRA DE LA MUERTE

”Camina por la Senda del Arco Iris,
camina por la Senda de la Canción
y todo en torno a ti será Belleza.
Hay una salida de la niebla sombría, sobre la estela del Arco Iris”
Canción Indios Navajos

Una mañana,
tendría unos tres años,
me despierto en la cama de mi habitación
cuando de repente escucho una vibración parecida al famoso “OM”
pero sin la “O”;
¡Mmmmmmmmmmmmmmmm¡

Ya era de día,
se veía luz por la ventana,
y el sonido aquel que no paraba.
Por fin levanto la cabeza de la almohada
para ver lo que pasa,
y ¡sorpresa¡;
En la pared de enfrente,
que si no recuerdo mal era de un color verde claro,
me encuentro un Sol reluciente blanco, de unos 2 metros de diámetro,
haciendo aquel sonido vibratorio que yo atónito,
pasmado y como hipnotizado,
me quedo mirando y escuchando.
Así unos 5 segundos de estupefacción cuando a mi izquierda,
como saliendo del armario,
una voz grave, fuerte y clara, va y me suelta:
“La Soombraa de la Mueerteee”.

¡Ay copón¡
Rápidamente cogí las sábanas, mantas y lo que hubiera,
tapándome al completo con los ojos cerrados y el corazón a cien mil.
!Qué miedo¡
¿A qué? Pues no sé,
quizá a que aquella “sombra” me envolviera
y me tragara como un agujero negro se traga las estrellas.

Si hubiera nacido en esos pueblos de Dios
donde la muerte no es sino otra clase de vida,
allí donde la muerte sólo separa físicamente a las personas,
allí donde tienen claro que una cosa es la materia
y otra el espíritu inmortal…,
pero no, y así me fue.

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