miércoles, 26 de noviembre de 2008

AMORES PRIMEROS

“Vivir sin amar no es, propiamente, vivir”
Molière

Tenían catorce años cuando una amiga les presentó.
Sus miradas se encontraron y,
en ese instante,
el mundo entero desapareció a su alrededor;
La amiga no estaba,
tampoco la noche limpia y estrellada,
y el frío,
que hacía un instante cortaba,
dio paso a una agradable sensación de calor
y profundo cariño en la mirada.

Esa misma noche
él la acompañó hasta el portal de su casa.
En el camino, la media hora,
apenas se escucharon las palabras.
Todo era el sonido de sus pasos en las hojas ya caídas de los tilos,
las ramas desnudas,
el aire fresco y transparente de la noche,
un mar de estrellas y los dos,
caminando lentamente,
no queriendo llegar,
queriendo alargar ese momento mágico hasta el infinito,
que sea así la eternidad.

Por fin llegaron.
Unas palabras y al cabo de un rato,
con la despedida como excusa,
se fueron acercando.
Poco a poco,
sus cuerpos temblorosos se abrazaron,
se besaron.
El sentimiento compartido fue intenso,
bello y profundamente agradecido.

No hay comentarios: